Recuerdo las Fiestas Patronales desde mi niñez. El calor de la mano de mi madre Raquel, el día de fiesta parroquial que indicaba el valor espiritual del 15 de agosto. Luego llegó la Comunión, la Confirmación y el camino de la Fe Cristiana que me ha iluminado en cada día.
Evoco nuestro casamiento con Stella Maris, mi compañera de toda la vida, en la antigua Catedral estilo gótica. Luego, ver erigirse el nuevo edificio que en la actualidad es una pieza arquitectónica de valor patrimonial.
Nuestra Señora de la Asunción es guía y consuelo. A través de los años nos acompaña a todos y a quienes profesamos la Fe nos abraza con su amor infinito; Ella puede ayudarnos en momentos de crisis y nosotros acompañar a la Virgen con nuestro agradecimiento.
Nuestro país atraviesa momentos donde los individualismos se han exacerbado y, el mundo en general, tiende a profundizar la brecha entre quienes más tienen y los desposeídos.
Este día, homenaje a Nuestra Señora de la Asunción, es un momento más para reflexionar, para mirar a nuestros costados y con verdadera fe, ejercitar la bondad.
Siempre sostenemos que la clave es la Solidaridad, junto a la Fe y la Esperanza, conceptos que deben ser sentimientos del alma. Ellos hacen que las comunidades puedan compartir el estado de bienestar, cada uno con lo suyo, sin que haya necesidades. Serán estos sentimientos que nos ha enseñado la Fe Católica junto a la Virgen, las que puedan recomponer el tejido social y, hombres y mujeres en un abrazo simbólico vivan dignamente. La familia será el soporte de la convivencia y el amor, por eso no dejemos que las necesidades de muchos, sea el resultado de la avaricia de unos pocos.
Hoy agradecemos el acompañamiento cotidiano de nuestra Virgen y también le pedimos que ilumine a los hombres y mujeres que toman decisiones; para que esas decisiones sean con una mirada hacia todos los sectores sociales, para el bienestar del pueblo, el engrandecimiento de la Patria y la Paz en el mundo. Dios nos ilumine junto a la Virgen.