En distintos cursos de "Estrategias de Comunicación" se suelen enseñar ciertos mecanismos que utilizan los publicistas para captar la atención de los consumidores. Creo recordar que una de las técnicas se denomina PIN y describe el comportamiento de un adulto ante un aviso televisivo. Durante los primeros 4 segundos, el sujeto se comporta como un niño, asumiendo lo que ve con la mandíbula caída y creyendo como verdad revelada lo que se le presenta, por ejemplo la belleza y avances de un automóvil. En los siguientes 3 segundos, la persona comienza a recuperar su capacidad de reflexión y presta mayor atención al mensaje. Y durante los últimos 3 segundos, comprende cabalmente el contenido. Pasado ese lapso, se da cuenta en qué cosas le han mentido. Por eso, ningún aviso publicitario dura más de 10 segundos ¿Lo notó?
Otro método de penetración de un mensaje es por la insistencia y perseverancia, como cuando se intenta "vender" una marca, producto o candidato, mostrando el mismo aviso hasta el hartazgo y por todos los medios posibles.
Desde el mes de diciembre de 2007 y a partir de las distintas usinas de Poder que se ocultan y monopolizan los medios de comunicación más consumidos por la gente, se nos viene ametrallando sistemáticamente con noticias colocadas estratégicamente en primera plana y que no tienen otro fin que el de generar un clima de temor paralizante. No es que las cosas no sucedan, pero hay distintas formas de comunicarlas, según el objetivo que se persigue.
Si hacemos un acotado recuento de las informaciones de "primera plana" o "títulos cada media hora" de algún canal de cable de noticias de - por lo menos - los últimos 15 meses, los argentinos pasamos por la experiencia de desayunar cada mañana o irnos a dormir por las noches intentando digerir los siguientes miedos: miedo a la Gripe Aviar, miedo a la Gripe A, miedo al Dengue, miedo a la inseguridad, miedo a la devaluación, miedo a las corridas bancarias y el destino de nuestros ahorros, miedo a perder el trabajo, miedo al desabastecimiento por el conflicto agropecuario, miedo a la izquierda, miedo a la derecha, miedo a los violadores, miedo a la inestabilidad, miedo a la posible falta de gobernabilidad, más una larguísima lista de etcéteras temerosas.
Si nos tomamos el trabajo de reflexionar un minuto comprenderemos que ninguno...NINGUNO de los miedos precedentes tiene fundamento lógico, aunque se trate en muchos casos de hechos reales. La gripe aviar - por ejemplo - provocó la muerte de 250 personas en todo el mundo. 250 muertos durante 10 años, lo que da un promedio de 25 víctimas por año. La gripe común mata medio millón de personas cada año en el mundo. Medio millón contra 25.
En todos los casos y en ciertos medios monopólicos, la perseverancia en difundir sobreactuadamente esas noticias, magnificándolas estratégicamente tuvieron como único fin, no solamente desestabilizar al gobierno como se interpreta desde el oficialismo, sino desequilibrar emocionalmente a la sociedad. El objetivo de esos grupos financieros, que en la etapa 2003-2007 perdieron, no sólo en Argentina sino en la región, fortunas a raíz de la mayor participación del Estado en la administración de los recursos, es intentar demostrar que -precisamente el Estado, es decir, todos nosotros- es inútil y que no somos capaces de subsistir y administrar lo que nos pertenece como bienes y derechos. Y que ellos son capaces de relevarnos en la engorrosa tarea de diseñar nuestro presente y el futuro de nuestros hijos. Nos hemos convertido en una sociedad "empastillada". En una sociedad "hija del Rivotril". Nadie puede empezar el día con entusiasmo si al encender el televisor o la radio es bombardeado sistemática y arteramente con "noticias objetivas" que giran siempre sobre el mismo eje del miedo impuesto. Es la gota que horada la piedra. Hasta hacernos vivir una vida cargada de angustia y temores. Tras varios meses de penetración del miedo, todo se resume en un solo miedo que aglutina a todos los demás: el miedo a la política y al cambio. El miedo a las transformaciones sociales que pongan en peligro sus monumentales fortunas. El fin perseguido - justament e- es la falta de credibilidad a la dirigencia que uno mismo eligió. Fue a partir de 2008 que se reprodujeron los comentarios de ciudadanos tales como "yo no creo en nadie", "todos te mienten" o el exasperante "yo soy apolítico", como si fuera posible serlo.
Para colmo, esos grupos tienen dirigentes políticos que les resultan altamente funcionales. En algunos casos deliberadamente, como cuando Elisa Carrió dijo "si tengo que defender al Grupo Clarín para proteger la libertad de prensa, lo haré" y en otros casos hasta ingenuamente, como cuando candidatos adversarios anuncian el Apocalipsis si gana su contrincante. El poder financiero que tanto acumuló en los 90 y que se resiste a reconocer la derrota internacional de la especulación financiera como sistema, actualmente intenta demostrarnos que todos los miedos acumulados se superan recurriendo a los "dioses privados" (y privatistas), quienes a cambio de unos cuantos millones de dólares pueden ocuparse de las cuestiones realmente importantes de la Nación, así nosotros podemos ver televisión con la familia, consumiendo nuevos miedos que jamás dejarán de transmitirnos. El mismo miedo al cual recurrió Carlos Menem para justificar los vergonzantes indultos a genocidas: "si no los indultamos, podemos perder la paz social", nos dijo el riojano, que hoy mira con entusiasmo el mapa político post electoral.
Ante semejante artillería mediática de temor, con la colaboración invalorable de cierta dirigencia política, lo más probable es que la gente baje los brazos y comience a descreer en todo. Y en ese "todo" nos autoincluimos. Los argentinos estamos dejando de creer en nosotros mismos. Los grandes grupos de poder están ganando la batalla. Nos esperan dos años duros, donde en el camino de disputa por el Poder, intentarán multiplicar los miedos. No existe sociedad más sumisa que la temerosa.
Esperemos, por el bien de nuestros hijos, aprender a superar los 4 segundos iniciales de esas estrategias de comunicación que mencionamos al comenzar este artículo y de una vez por todas ELEGIR dejar de ser gobernados por el miedo y no temer a las transformaciones que la hora y el mundo demandan.