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miércoles 8 diciembre 2010 3220 Vistas

Vanguardias esclarecidas, sectarias y excluyentes


Por Dante López Foresi

Durante décadas, la izquierda debatió sobre el rol de las "vanguardias". Y las posturas fueron siempre encontradas. Mientras algunos sostenían, y sostienen, que hay mentes esclarecidas que echan luz sobre lo que los Pueblos no asimilan con facilidad de los procesos históricos, otros pensamos que en verdad toda etapa histórica precisa de una conducción férrea, y dichas vanguardias iluminadas son sólo ferias de vanidades que se tientan fácilmente con las luces de las ideas comunes, los aplausos de los fanáticos y su tendencia a considerar sus opiniones más valiosas que las del resto de los mortales.

Los argentinos debemos ser concientes de que, si bien existe una aceptación cercana al 45 por ciento respecto de la intención de voto al oficialismo, hay un 55 o un 60 por ciento de connacionales que, por distintos motivos, no se expresan en favor de Cristina Fernández.

Muchos de ellos, por motivos inconfesables pero evidentes: defienden intereses corporativos y albergan en sus almas una nostalgia por la época neoliberal que les permitió gozar de privilegios, mientras los trabajadores pagaban la fiesta para pocos. Pero no podemos pecar de necedad, desconociendo que la mayoría de los que aún no se pronunciaron abiertamente en favor del modelo sudamericano de fuerte participación del Estado con inclusión social, lo hacen por motivos varios.

En algunos casos, se trata de jóvenes que provienen de familias medularmente antiperonistas, que quieren un sistema democrático transversal como el iniciado en 2003, pero sin la injerencia de los aparatos partidarios mayoritarios. Y, si bien coinciden con las medidas del actual gobierno popular, no encuentran argumentos sólidos para comprender la convivencia de militantes sociales y políticos verdaderamente progresistas, con otros que "les hacen ruido" por sus pasados cercanos al menemismo o al aparato del PJ. Si para los peronistas es difícil explicar la heterogeneidad del movimiento, máxime para jóvenes que recuperaron sus sueños y ganas de participar durante los últimos años "¿Cómo explico en casa que apoyo a ciertos dirigentes?", se deben preguntar esos jóvenes.

Pero, como desde EL VIGÍA creemos que la mejor manera de cuidar a un gobierno popular es llamando la atención sobre las posiciones contradictorias, sectarias y excluyentes, nos parece un acto de honestidad intelectual y compromiso, además de sentirnos con derecho de hacerlo, señalar algunas de ellas.

Las actitudes políticas y los gestos discursivos deben adaptarse a cada etapa evolutiva del modelo. Argentina no es el mismo país que en 2003. Pero desde la muerte de Néstor Kirchner, es harto evidente que el escenario también se modificó.

La Ley de Medios, por la que innumerable cantidad de argentinos luchamos y comprometimos nuestros prestigio, firma y cuerpo, tenía y tiene como consigna central, acabar con el discurso único de los grupos hegemónicos y lograr, de una vez por todas, que la agenda de la vida social de los argentinos no sea diseñada desde las mismas oficinas y por los mismos personeros de la entrega y el cipayaje.

El espíritu de la Ley de Medios, entonces, es un claro mensaje antivanguardista que propone una comunicación horizontal, donde la voz de cada argentino vale exactamente lo mismo que la de su compatriota. La única manera de vencer al discurso único del privilegio, es diversificando las opiniones y no temiendo al debate.

Desde EL VIGÍA, estamos notando y queremos llamar la atención, sobre ciertas posiciones sectarias y soberbias desde el discurso, que despiertan fanatismos, altamente contraproducentes a nuestro juicio con el modelo de integración regional que vivimos. En pocas palabras, estamos haciendo desde la comunicación libre, lo mismo que criticamos del monopolio.

Formamos parte voluntaria, y con honor, de la Red Militante de Comunicación, pues consideramos que son épocas de definiciones, ya que el sistema democrático sudamericano -en cada país con su impronta social- por primera vez en la historia decidió no someterse a los poderes económicos, y eso provoca una pugna permanente de intereses que nos obliga a definirnos. Pero no luchamos para cambiar de collar, sino para dejar de ladrar lo que Magnetto y sus cómplices ordenaban hasta el advenimiento de una nueva sociedad signada, repetimos, por una juventud con contenido y espíritu crítico.

Se avecina un año electoral. El escenario no es el mismo que en la época del debate por la 125. Cada comunicador social debe replantearse diariamente si los mensajes que elije transmitir son útiles para la construcción de una sociedad libre, mejor y feliz.

El primer paso, es el de no hacer lo que criticamos: pretender ser vanguardia y monopolizar de algún modo el discurso, enarbolando banderas auto referenciales y cargadas de soberbia, que pueden ser útiles para una feria de vanidades, pero no para multiplicar. Y justamente, esa es al tarea: multiplicar.

Los medios de comunicación, periodistas, intelectuales, gente del arte y la cultura, sólo somos una herramienta más en la construcción. Es hora de que empecemos a mostrar y hacer escuchar las voces de los vecinos de Villa Tranquila, Villa Itatí en Quilmes o de la Villa 31, contándonos de qué manera impactó en la escolaridad y la vida cotidiana de sus hijos la Asignación Universal por Hijo, por ejemplo. Ese mensaje, posee un valor mucho más relevante que la opinión esclarecida de cualquier columnista ¿O esperamos ver esos informes en TN?

Es hora de mostrar la función social admirable que cumplen las cooperativas de trabajo, generando no sólo puestos de empleo, sino enarbolando la bandera de la solidaridad para construir, en contraposición con el individualismo neoliberal, que aún posee sus personeros. Y no son pocos. Individualismo que aún penetra, además, inconcientemente en almas nobles y bien intencionadas.

Días atrás, quien firma este artículo caminaba por una calle de un barrio marginal de Avellaneda un sábado por la tarde, y se encontró con tres niños haciendo su tarea escolar sentados en el cordón de la vereda, cada uno con su Netbook. No saqué la foto. No lo publicamos. Estamos en falta y arrepentidos. Pero lo haremos muy pronto. Aprendimos la lección del error cometido ejerciendo la autocrítica que otros parecen eludir ¿Notó Usted -querido lector- que lo único auto referencial de este artículo fue esta autocrítica, además de la honestidad intelectual de decirle nuestra posición sin ocultarnos detrás de manipuladoras e inexistentes "objetividades"?

La Ley de Medios se propone mostrar lo que los monopolios ocultan. Y es tan o más tóxica la información que se oculta por mezquindad o malevolencia, que la que se muestra con intencionalidad política. Sin importar de qué lado del mostrador se produzca el ocultamiento.

Sin ser darwinianos ni dogmáticos, creemos en al evolución del hombre. Pero, por sobre todas las cosas, creemos en la evolución de la historia. Y en épocas de tanta vertiginosidad, lo que ayer fue extremadamente útil, hoy puede resultar obsoleto. Y hasta contraproducente. Y nos parece que la mejor ayuda de un amigo no es la palmada obsecuente sino la crítica útil.

Ante la ausencia casi absoluta de ideas en la lamentable, egoísta y mezquina oposición que le toca padecer a nuestro país, debemos alentar la generación de debates de ideas y explicar, sobre todo a esos jóvenes indecisos que tanto valoramos, qué clase de país estamos construyendo, qué continente queremos y qué tipo de semilla estamos sembrando para que ellos cosechen a su turno.

No existe nada mas bello y enriquecedor que soñar, generar ideas y compartirlas ¿Por qué entonces nos empecinamos en repetir una y otra vez el mismo mensaje, aburriendo a quien lo que busca son argumentos y mística? Los medios de comunicación son discapacitados cuando no entretienen. Leer un diario, ver televisión y escuchar radio o navegar por Internet, son también actos de búsqueda de entretenimiento. Cargar de contenido al entretenimiento es el gran desafío de un periodismo que se está reinventando.

A los políticos tradicionales que adhieren al modelo por conveniencia, no les sobran espacios de poder y, algunos de ellos, se están encerrando en sus miserias y mezquindades. Miran más sus ombligos y posibilidades de acomodamiento interno que el contexto histórico que les exige un compromiso nuevo y una formación ideológica más refinada. Incluso hasta vemos a muchos de ellos desfilando más ante las cámaras del monopolio que en la TV Pública, convalidando la presunta ecuanimidad del discurso único. Lo que en realidad nos importa es que los grupos hegemónicos aún poseen el 86% de las licencias, y en todo el continente están asociados para destruir gobiernos populares, sueños juveniles y conquistas sociales.

Los minutos de TV por aire no nos sobran. Y nos parece anacrónico, sólo por citar un ejemplo, que las palabras de Lula ante Cristina Fernández elogiando a Néstor Kirchner hayan sido ocultas por los medios hegemónicos, y mostradas sólo una vez por programas que resultaron tan útiles para esclarecer a la sociedad sobre los mecanismos de la mentira y el ocultamiento. Mientras tanto, la opinión de una actriz que recién despertó y comprendió el fenómeno social que vivimos en Sudamérica, fue repetida cuatro veces en una semana.

Esos programas que sirven como contrapeso del discurso único del monopolio son imprescindibles. Nuestra intención es cuidarlos para que no sucumban ante el hastío de los televidentes. Porque, multiplicar es la tarea. Tratar de convencer a convencidos es ingenuo. Elaborar discursos agradables para los oídos de los que apoyan el modelo, nos parece sectario. Y la izquierda tiene una frondosa historia en esto de arruinar procesos históricos por cometer ese tipo de errores.

En definitiva, se multiplica reconvirtiéndose, aumentando la cantidad de medios zonales, haciendo escuchar todas las voces y recordando cada día las consignas convocantes de una Ley de Medios votada por una amplia mayoría de los representantes del Pueblo y combatida por las minorías del privilegio. Y generando contenidos atractivos para el público.

Cristina Fernández de Kirchner dijo en Avellaneda: "cuidemos lo que hemos logrado...yo estoy de paso...pero el modelo debe perdurar". Y tanto Cristina cuanto Néstor, no dejaron en cada discurso de mencionar que "el modelo es de amor, y debe incluir a todos los argentinos". Es más; la actual Presidente de la Nación le dijo a un periodista de Clarín: "Soy capaz de dar la vida para que su empresa siga publicando las mismas mentiras de todos los días".

Puede llegar a ser más peligroso el fanático propio que el enemigo a cara descubierta. Los que superamos los 40, sabemos que nuestros padres y abuelos se aferraban a 4 o 5 verdades absolutas y estructuraban sus vidas en torno de ellas. Hoy, sabemos que existe una verdad relativa por cada argentino que habita nuestro suelo. Adaptarnos, es otra de las tareas imprescindibles.

Conocemos claramente quienes pretenden volver al pasado de injusticia social. Cada vez se les nota más y las máscaras siguen cayendo. Poseemos una Presidente que ante la adversidad, se fortalece. Tenemos todo por ganar y mucho por construir. Se avecina un año electoral. No dilapidemos otra oportunidad histórica. Esta vez no.

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