Ante todo, es necesario informar a los lectores quién es Silvina Walger, ya que no goza de la popularidad que, seguramente, desearía.
Se trata de una periodista que alguna vez, allá por los noventa, escribió un libro que tuvo amplia repercusión, titulado "Pizza con Champagne" y que intentaba ser crítico de la frivolidad del régimen menemista.
Al pasar los años, seguramente tras una sobredosis de pizza con champagne, la periodista escribió un artículo en el Diario La Nación en el cual nos pide a los argentinos que dejemos en paz a los isleños de Malvinas.
Walger, no contenta con semejante pedido solidario en favor de los súbditos de los usurpadores de nuestras islas, asegura que los kelpers, seguramente, pueden llegar a construir un país más serio que Argentina.
Quien escribe éste artículo es de la clase 1963. Me salvé de la colimba por número de sorteo bajo, pero el día de la rendición estuve a punto de ser convocado pues, como se recordará, la dictadura alcohólica de Galtieri comenzaba a reclutar por entonces a quienes no habíamos pisado jamás un regimiento militar, para aumentar la cantidad de efectivos que lucharían por nuestra soberanía. O que morirían por ella.
Pero mi primo, Víctor Hugo Foresi, peleó en Puerto Argentino y al regresar de semejante experiencia traumatizante recuerdo que, junto con otros compañeros de lucha, todos relataban la poca solidaridad y el desprecio que los kelpers sentían por nuestros "chicos de la guerra". Como cerraban sus puertas en la cara o escupían e insultaban a nuestros pibes.
Por eso, al leer semejante dislate cipayo de Silvina Walger, la primera reacción que me nace es la de rebajarme a su estatura mínima e invitarla a que se mude de su, seguramente, coqueto departamento en Buenos Aires, a las islas que nos pertenecen por derecho soberano y que, según la lógica de Walger, deben llamarse Falkland, como es el deseo de "los pobres isleños".
Pero, quizás por el paso de los años, me hice más contemplativo y tiendo a buscar las razones profundas que llevan a alguien como Walger a escribir un insulto contra su propio país como el publicado por el Diario La Nación. Y créanme, que encontré razones verdaderamente humanitarias para reclamar que "dejemos en paz a Walger".
El odio visceral que Walger profesa desde hace muchos años contra el kircherismo y, particularmente contra Cristina Fernández, no me parece que tenga un origen ideológico. Sino, la periodista no hubiera insultado al conjunto de los argentinos, a nuestra historia y a nuestros muertos en Malvinas con tamaña desproporción literaria, con el único supuesto fin de cuestionar la política exterior del gobierno nacional.
Deben existir, supongo, razones personalísimas para que Walger, de tanto odiar a Cristina, no le importe convertirse de la otrora denunciante del menemato, en una vulgar cipaya y servil de los enemigos del país. Tiene que existir un caudal de resentimiento oceánico, para que una mujer que odia a otra mujer, sea capaz de escupir sobre uno de los pocas gestas que hermanan a todos los argentinos sin distinción de raza, credo, religión. O rostro.
Vale recordar que Silvina Walger fue la periodista que "denunció" que Néstor Kirchner golpeó a su esposa Cristina el día del "voto no positivo" de Julio Cobos. Demás está decir que, seguramente Walger, debe haberse hecho pasar por mascota en Olivos para pasar desapercibida, espiar al matrimonio y asegurar tan rotundamente un episodio tan grave.
Es por ello que decidí escribir estas líneas. Para hacer un llamado solidario, ante los certeros embates que está recibiendo la periodista luego de escribir un manifiesto apátrida como el mencionado. Piense, estimado lector. Reflexione ¿Qué le parece a Usted que le ocurre a esta señora de dentadura prominente y belleza exótica?
Ella, emulando a Jorge Lanata, decidió colocarse del lado del más débil. El ex progresista de la pluma, se puso del lado del CEO de Clarín Héctor Magnetto y de su jefa Ernestina Herrera de Noble. El resultado, fue un programa en Radio Mitre desde el cual despliega su estilo ponzoñoso diariamente, pero con un talento indiscutible.
Quizás Walger cree que considerando a los isleños como víctimas y saliendo en su encendida defensa, será leída por algún británico distraído y convocada para ser columnista de la BBC de Londres o de algún periódico de morondanga, de esos a los que la "flema inglesa" es tan afecta.
Pobre Silvina. No entiende que, a pesar de su tintura rubia, los ingleses jamás considerarían a alguien como Silvina Walger una "british journalist woman". Luego de su nauseabundo artículo en La Nación, podrá aspirar a ser la mucama de los intereses británicos en nuestras Malvinas. O, a lo sumo, una kelper más.
Mire su foto. Note esa mirada incisiva. Recuerde a nuestros pibes muertos en Malvinas. Ponga la otra mejilla y comprenda que el odio consume a quien lo profesa. Pobre Walger. Debe estar sufriendo horrores de conciencia en éste momento. No seamos como ella. Abracémosla. Comprendámosla. Hurguemos en las sinuosas cavernas del sentimiento humano para asimilar tanto resentimiento casi humano.
Para Walger, debemos dejar en paz a los isleños. Yo pido que dejemos en paz a Walger. Con ser ella misma, con su espejo, su conciencia y nuestra memoria de la guerra, el castigo es suficiente.